Solución
SHADOW OF THE COMET ------------------- Facilitada por Margarita Calafat ( Menorca ) Hola, amigos. Soy John T. Parker, periodista y astrónomo, mi trabajo me obliga a embarcarme constantemente en cualquier tipo de aventura si huelo, aunque sea de lejos, la exclusiva. Sin embargo, el caso que os contaré a continuación empezó como una simple excursión... no me imaginaba que la sombra del cometa planeara sobre mí. En 1834, un distinguido científico, Lord Boleskine, regresó de Nueva Inglaterra aparentemente loco. Los dibujos y escritos realizados por él durante su estancia en Illsmouth parecían salidos de una mente enferma y retorcida. Representaban ciertos fenómenos estelares más allá de nuestra comprensión. No obstante, algo en mi interior me inducía a pensar que Boleskine los había visto realmente y que además guardaban relación con el paso del cometa Halley. Pero, comencemos por el principio de la historia. Illsmouth, primavera de 1910. Mi barco llega a puerto sin ningún contratiempo. Me esperan dos personas que conversan junto a un coche de caballos. Por fin, puedo reconocer al doctor Cobble, que amablemente me ofrece acomodo en su casa durante estos días; el otro personaje me es desconocido sólo poco tiempo, Resulta ser el alcalde Arlington y, desde el primer momento, no me parece digno de confianza. No te extrañe que le mienta sobre el motivo de mi visita, que no es otro que fotografiar al cometa Halley. Y empiezan las sorpresas. Una vez instalado en mi habitación, un telegrama me da una mala noticia: el periódico no me mandará las placas fotosensibles. "¨Cómo pretenderán que haga las fotos?", me pregunto. Desesperado, echo un vistazo al periódico local, el Diario de Boleskine. Nada de interés, salvo una curiosa historia sobre un muchacho que, décadas atrás, acompañó.a un tal lord Boleskine a un paraje de un bosque cercano donde pudieron observar fenómenos paranormales. BUSCANDO A UN CHICO DE 88 AÑOS Si el niño tenía entonces doce años, ahora debe.de tener 88. Quién sabe..., aún podría estar vivo. Intentaré averiguarlo en el registro civil. Pero lo primero es lo primero: necesito una caja de placas fotosensibles para seguir respirando". Consigo que una joven me lleve al almacén de Myer, que queda cerca del cementerio. Tras una breve conversación con el tendero, me hago con el preciado material fotográfico. Pero nada sale nunca como uno quiere: o las uso esta misma noche o el buen hombre no se hace responsable de los resultados. Muy alentador. Un encapuchado merodea sospechosamente por la tienda. Creo que lo ha oído todo. Jugg me echa un cable en el registro civil porque, cómo no, se decirle quién fue el famoso escritor que escribió la cita, "Shakespeare". Me deja consultar un libro que hay tras él y puedo encontrar el nombre de las tres personas que tienen 88 años en la comarca, además de darme la dirección de cada uno de ellos. Nos hacemos colegas y me dice que puedo volver a visitarlo cuando quiera para pedirle cualquier cosa. Al salir a la antesala observo una inscripción a los pies de una estatua, algo sobre un rifle que no puedo descifrar. Ha habido algo raro en todo esto... Veo a Jugg saliendo del edificio y no puedo reprimir mis ansias de curiosear. ­Sin que me vea, vuelvo a colarme en la sala!. No sé si he hecho bien, pero ya que estoy aquí...'Nada, sólo una lupa en el fondo de un armario. Antes de que se me escape el pájaro -o sea, Jugg- lo sigo hasta su casa para tenerlo localizado. Después me dirijo hacia el puerto en busca del almacén de pescado donde vive el octogenario que supuestamente, en su adolescencia guió a Boleskine en su increíble aventura. Por el camino cojo una escalera de cuerda por lo que pueda pasarme. Lo encuentro durmiendo, Se llama Curtis Hambleton y me confiesa tembloroso que hace mucho tiempo vio algo espantoso en un claro del bosque; luego se derrumba y comprendo que no voy a sacar nada más de él. EL CLARO EN EL BOSQUE Hay,que ir al lugar de los hechos, como en las películas... pero sólo logro encontrar tres ramas y una cuerda, y ni si quiera localizo el.claro. ¨Por qué no ir a ver a Jugg?. En su casa encuentro más información en la segunda habitación donde entro. Allí está el fusil de Boleskine y con ayuda de la lupa, descubro un mensaje algo confuso. Searcher... es ,lo único que consigo leer claramente. Jugg no está aún preparado para responder a mis preguntas, así que deduzco que no pinto nada aquí. Al volver a mi habitación me convierto en el paladín de un grupo de gitanos dicharacheros que sufren los maltratos de sargento Baggs. Tengo unas palabras con él y, de paso, me gano la simpatía de una de las mujeres. Después de tanto contra tiempo, vuelvo a mis andanzas para localizar el dichoso claro del bosque. Para ello, saco mi mapa del baúl y un viejo dibujo de las tierras que pertenecieron a Boleskine. El tiempo, que todo lo borra, esta a punto de acabar con los trazos del pergamino, por lo que me decido a limpiarlo con un algodón empapado en alcohol que encuentro sobre la cómoda. Al restregar sobre el dibujo, aparece un mensaje que parece ser la continuación del que encontré en la culata del rifle. Me guardo el dibujo y saco el mapa con intención de marcar con una cruz el lugar que indicaba el mensaje, sobre la constelación Searcher. Una deducción razonable. Con el mapa en el bolsillo, me dispongo a encontrar un guía que se interne conmigo en el bosque, así que me doy un garbeo por la taberna del pueblo. Sale a colación un tal Nathan Tyler, que no me convence mucho.... Una piedra se estrella repentinamente contra los cristales de la taberna. Es una trifulca en la que dos pegan a uno. El desafortunado se llama Webster y no estoy dispuesto a que le sigan torturando de esa manera. Una estaca y un palo me sirven para espantar a los agresores. Webster esta molido a palos y necesita de la botica. Nadie mejor que el farmacéutico Matthews para restañar sus heridas. Es Matthews quien me ofrece su cuarto oscuro para revelar las placas fotográficas y Webster se empeña en acompañarme al bosque. Antes de internarme en la espesura, me preparo a fondo: la cámara, el trípode, el catalejo, además de lo que ya llevo encima. En el Ayuntamiento me espera Webster, ansioso por ver el mapa. Mientras lo mira, le cargo con el tripode y nos lanzamos a la búsqueda del misterioso claro. Cae la noche sobre el bosque y nos pilla de sorpresa poco antes de tomar la senda que conduce directamente al lugar que buscamos. Un movimiento inesperado del ramaje hace que mi acompañante huya despavorido... ­llevándose mi trípode!. Ten amigos para esto. Pero, en fin, no es momento de volver en su busca, así que prosigo el camino. Tan sólo a unos pasos al norte hallo el claro con la cruz en el centro. Como soy muy mañoso, me construyo un tripode con las tres ramas que había cogido antes; con la liana hago un fuerte nudo para que la cámara tenga la estabilidad suficiente y quito el embalaje de las placas para disparalas inmediatamente... ­Lo tengo!. Ahora, me dispongo a explorar los alrededores, especialmente una zona que se encuentra a la derecha. Un gato me llama la atención; no resisto la tentación de seguirlo. Detrás del arbusto donde se mete, descubro un pasaje que me lleva, justo delante de una increíble ceremonia secreta. A esconderse tocan: un árbol que hay a la derecha me sirve de parapeto. Alrededor de un círculo de piedras se reúnen varias personas del pueblo y en el centro de todas ellas, un hechicero indio recita conjuros de un viejo pergamino. Sin saber de dónde, aparece un pájaro, se lo quita de la mano y lo deja caer junto a mis pies. Aunque lo cojo en un suspiro, el grupo me descubre y estalla en cólera. Narackamous, tal era el nombre del brujo indio me corta la huida amenazándome de muerte. Tras una refriega, doy un tirón y me largo como alma que lleva el demonio. Mi corazón late cada vez más de prisa toc-toc-toc, no sé si lo voy a poder soportar. Nada mas llegar a la puerta de mi alojamiento me desmorono, dando con los huesos en el suelo. ¨Es esto justo? Cobble es la primera persona a la que veo a la mañana siguiente. El pobre se da un buen susto al encontrarme tirado en la calle. Así que me lleva hasta la habitación para reanimarme y recetarme unas pastillas. El médico me aconseja mucho, pero que mucho reposo, porque mi corazón ha sufrido más de lo normal. Pero el tiempo se me echa encima y aún está todo por esclarecer. Como un buen periodista que soy, doy un salto de la cama para volver al ataque. EL REVELADO Receta en mano, voy a la farmacia en busca de las pastillas y, de paso, a revelar las placas. En la trastienda cojo el material de revelado. A la izquierda está el cuarto oscuro, cuya lo luz roja enciendo al presionar el interruptor del fondo de la habitación. ­Manos a lo obra!. La emoción me embarga. Coloco las tres placas a la vez sobre una de las bandejas..., añado los productos químicos en el siguiente orden: metol, hidroquinona, hiposulfito de sodio y sulfito de potasio... La mezcla es correcta y... ­eureka!. Las placas me hablan a través de sus imágenes. La primera y la segunda, de maravilla, pero en la tercera aparece algo escalofrionte que hace fallar de nuevo mi corazón. Gracias a Dios que el farmacéutico se da cuenta de mi estado y me reanima con una de estas milagrosas pastillas. La foto se destruye al desplomarme contra el suelo. Estoy aturdido. Voy a dirigirme a casa de Jugg para explicarle lo sucedido. Puedo ver cómo sale de allí el misterioso encapuchado que vi el día anterior en el almacén de Myer. Entonces le sigo hasta recoger una llave que este personaje deja junto a la máquina registradora de Myer. Supongo de inmediato que es la llave que abre la casa de Jugg y, sin perder, un instante, voy a su casa, introduzco la llave y entro. Al entrar, me sale al paso un charco de sangre. "¨Qué habrá pasado?" -me pregunto- pero continúo adelante. En lo primera sala no hay más que una estatua de un niño sobre la mesa; en la segunda, la estatua de un hombre joven dentro de un armarito, y después de pasar la tercera sala, encuentro la de un anciano en el interior de una de las exposiciones de mariposas. Ya en el salón, al mirar junto a los pies de la cama descubro una pequeña llave bajo la alfombra que echo rápidamente al bolsillo. De las dos estanterías cercanas cojo los libros Infancia, El hombre joven y El viejo y el mar por su relación con las estatuas. Después coloco cada estatua en el lugar donde se está su libro correspondiente y, como por arte de magia, se abre un pasadizo secreto Al pasar por él, encuentro a Jugg agonizando en el suelo. Rápidamente me acerco a él y le muestro el pergamino que recogí en el bosque. Antes de morir, sólo logra decirme que eche un vistazo al Necronomicon y a un mensaje, ambos sobre la mesa. El mensaje debía leerlo sólo y en mi habitación. Con la llave que recogí bajo la alfombra abro el libro y leo: "los ancianos fueron, los ancianos son, los ancianos serán, ..." Abrumado por esta frase ininteligible, dejo el libro en su sitio vuelvo a mi habitación tranquilamente para no levantar sospechas y ser acusado de asesinato. Además, me arde el mensaje entre las manos, ¨Cuáles serían las últimas palabras de mi amigo?. "El hombre que puede ayudarte vive donde flotan los tres colores, desde ahí, salen cien mensajes. Ultimamente ha estado buscando el cementerio olvidado en el mapa que todos pueden ver". Así dice su mensaje póstumo. ¨Qué significaría todo esto?. No tengo las ideas nada claras. Se agolpan en mi mente todas las imágenes que he visto en las últimas veinticuatro horas. Recuerdo además que hay un periódico en Londres que espera los resultados de mi viaje. Sin perder tiempo me voy a correos y envío las fotos. La señorita que, me atiende me comunica que en la planta superior del edificio un tal señor Underhouse desea hablar conmigo. EL FARO Para mi sorpresa, Underhouse me habla sobre culturas indias y sobre el indio que fue enterrado en el circulo de piedras. Sin embargo,la pista que más me sirve es la existencia de un diario con informaciones muy valiosas que se halla en la caja fuerte del alcalde Arlington. Respecto a la combinación, muy fácil, puedo conseguirla en las páginas de la Sagrada Biblia. Al salir a la calle me cruzo con la señora Picott, siempre con su Biblia encima. Así que se la pido amablemente, pero sin ningún resultado. Un guardapelo es suficiente para ganarme la confianza de la señora. Lo compro en el almacén general junto con un broche y unas nuevas placas para la cámara. Al abrir el texto sagrado descubro que lo que me interesa está en la página 345 y, por lo tanto, estos números deben de ser la clave de la caja fuerte. Voy al ayuntamiento, pero un empleado no me permitía subir a la oficina hasta que le digo que soy reportero y sólo quiero charlar con el alcalde; entonces, me sugiere que disfrute de la vista de Illsmouth desde la ventana de su oficina. Logro encontrar la caja fuerte detrás un gran cuadro que hay en el despacho. La combinación no se me resiste al marcar los números 3, 4 y 5. En su interior esta el ansiado diario y una pitillera que guarda en su interior un depósito de correos a nombre de Hambleton. Después de la hazaña me siento en el gran escritorio dispuesto a leer el diario. Al final, paso toda la noche leyendo sobre el comienzo de toda la misteriosa historia del pueblo, así como de la vida de Jonas Hambleton, que entregó a su mujer a cambio de la inmortalidad. Este personaje era el padre del chico que sirvió de guía a Boleskine, Curtis H. Sin embargo, tuvo otro hijo que si siguió sus horribles pasos, Wilbur H. Cuando la luz del sol entra por la ventana, voy a correos -sin olvidarme del depósito de la pitillera- a recoger un paquete que contiene un atuendo igual al del encapuchado Wilbur Hambleton. Tengo que ponerme este ridículo disfraz detrás del pozo del pueblo para que nadie vea la operación de camuflaje. Ahora, disfrazado de Wilbur, puedo acercarme a las inmediaciones de faro, lugar bastante sospechoso, e incluso que los matones que están allí me dejen pasar, confundiéndome con Wilbur, al contestarles con un gruñido. Bajo una de las ventanas del faro utilizo la escalera de cuerda que tengo en mi poder para subir a lo más alto. Una vez arriba, sin darme tiempo a nada soy descubierto, pero mientras intentan echar la puerta abajo para cogerme, descubro detrás un reloj de arena, unas alas. Abriendo una linterna, saco una vela; al centrar la lupa sobre la mecha de la vela consigo encenderla. Se me ocurre untar la cera derretida sobre las alas para pegarlas a la espalda. No se cómo, pero funciona. Salgo volando y aterrizo en un lugar del bosque donde viven los gitanos. Me ofrecen la ayuda de su bola mágica en la que puedo ver a Boleskine pidiéndome que destruya la maldición de CTHULHU, que no permita que regresen los ancianos, que luche contra aquellos hombres que se entregaron a sus rituales a cambio de la inmortalidad. Me recordó que el círculo de piedras era el foco por el que podían volver. Deduje que tenía que ir donde Jonas descansa para toda la eternidad, sin duda alguna, al cementerio. Cuando regreso al pueblo ya es de noche y me encuentro a Bishop frente a la farmacia. El me da las llaves de la puerta del cementerio. Una vez en su interior, me doy un paseito alrededor de las tumbas y, ­sorpresa!, hallo una cuerda y una barra que me servirán para entrar en la cripta situada al fondo del cementerio, en la que seguramente se encontraba el cuerpo de Jonas. TERROR EN EL PASADIZO La cuerda me sirve para bajar a un auténtico subterráneo lleno de pasadizos. He de estar muy atento para no perderme dentro del laberinto porque hay que esquivar todo tipo de bichos desagradables como arañas, murciélagos o ratas. Otros peligros son agujeros ocultos en los que puedo caer o los pinchazos que propinan los innumerables hierros que sobresalen del suelo. Tengo que realizar diversas tareas: situar cráneos sobre pedestales, pisar losas ocultas, acercarme a agujeros peligrosos y por último, dar tres vueltas alrededor de un altar (mirad plano del subterráneo). Al abrirse la última de las puertas puedo ver a Jonas. Una cascada de insultos arremete contra mi. Jonas, convertido en un ser abominable, comienza a perseguirme. Así que recojo cuatro estatuas que hay en la sala y salgo corriendo por donde he entrado para no ser presa de mi nuevo enemigo. Ya en la salida, encuentro al joven Webster y a su madre. Los ruidos de la cripta prosiguen y madre e hijo me llevan a descansar a su casa del cementerio. Por supuesto, Walter me devuelve el trípode, cariacontecido. La madre me cuenta las cosas que su marido le había dicho sobre la familia Hambleton y el signo Wílbur. Atando cabos tengo una idea: "Colocaré las estatuillas en cada una de las casas de las cuatro familias malvadas que la madre de Walter me ayudó a descubrir. Arlington, Hambleton, Coldstone y Tyler". Detrás de un cuadro de la pared, encuentra un dibujo del signo de una estrella de cinco puntas. Pero no tengo tiempo que perder; tengo que destruir a las cuatro familias sin demora. Primero ,me encamino a la casa de Tyler, que está al sur de la casa del fallecido Jugg. Cuando el malvado Tyler sale, utilizo la primera de las estatuas, haciendo aparecer una estrella de cinco puntas. Y al decir las palabras mágicas IAE-YOG-THU-SOT y volver a utilizar la estatuilla sobre la estrella hago desaparecer a Tyler de una forma terrible. Luego voy a la casa de Coldstone, situada muy cerca de mi casa para repetir el procedimiento con las palabras RLA-GNAHAS-TEP. MUERTE DE LAS FAMILIAS Al alcalde Arlington le encuentro en la parte trasera de su casa, en el granero. Ahora pronuncio las palabras NGH-HIUK-HU-WIG y hago desaparecer al tercer servidor de los ancianos. Tengo que ingeniármelas para acercarme a la casa de los Hambleton, de difícil acceso. En un cubo que hay en la fachada del almacén de Myer cojo algo de pescado podrido con el que puedo cazar un gato. Me acerco sigilosamente por la parte derecha de la casa Hambleton y suelto el gato cerca del perro que hay allí. De este modo, los ladridos del perro hacen que la familia se aleje de la mansión. Rodeo la casa lo más de prisa posible y entro a la mansión que ha quedado libre de vigilantes. En la primera sala, me hago con una linterna y una rosa de los vientos que hay en el interior de un armario. Al utilizarla sobre el timón colocado al fondo, hago abrir una puerta a la derecha. Subo unas escaleras y llego a la primera planta donde, con mucho cuidado de no pisar la alfombra, sitúo la linterna sobre la chimenea para poder abrir otra puerta. En la siguiente habitación, urgando en los cajones, encuentro una manivela que, al usarla en el telescopio, hace aparecer tres palancas en el suelo. Pruebo suerte con la del medio y cae a mis manos una bola desde la lámpara. La coloco en el cuadro situado a mis espaldas para abrir así un pasadizo secreto junto al telescopio. Entro en él y llego a lo más alto de la casa. En el centro hay un gran dibujo que representa la estrella de Wilbur y en su interior, un especie de altar. Es el momento de utilizar la ultima de mis estatuas y así lo hago. Recito el conjuro con las palabras THO-NYA-CHT-TUR; asombrosamente del interior de las paredes aparece la familia Hambleton. Me capturan con intención de acabar con mi vida, pero cuando el cuchillo de Wilbur estaba junto a mi garganta, utilizo de nuevo la estatua. Todos son destruidos. Escapo de la mansión apresuradamente, después de haber liquidado a las cuatro familias y, por tanto, a su enlace, el mismísimo Jonas Hambleton. Mi corazón ha resistido demasiado hasta entonces y vuelve a fallar nada más respirar el aire de la calle. AVENTURA EN LA ISLA Por fortuna el doctor Cobble vuelve a encontrarme. Cuando recobro el sentido, le digo que todo lo que hago es por el bien de la comunidad y parece creerme. Además me avisa de que el sargento Baggs me anda buscando y me da un mensaje del señor Underhouse en el que me comunica que tiene noticias nuevas. Sin perder tiempo me dirijo a su casa. Aparece Baggs, a quien le propongo hablar en el apartamento de Underhouse y acepta. Gracias a Underhouse logro desembarazarme del pesado policía. A continuación, me habla de un indio llamado Natawanga que podía ayudarme. Para contactar con él me da una pluma y un mensaje, explicándome que con un arco y una flecha que tendría que encontrar, lograría destruir al malvado indio Narckamous. Me pongo en camino dirección al almacén de pescado para buscarlos. Cuando llego la puerta está cerrada, pero con ayuda de un palo que había junto a la puerta y el alfiler del broche que llevaba encima, consigo abrirla. ­Dios mío, lo que mis ojos ven al entrar!. Curtis Hambleton yace muerto colgado boca abajo. Encuentro el arco dentro de la chimenea y la flecha bajo un tablón del suelo a la izquierda de la habitación. Ahora necesito la ayuda del indio Natawanga. Para ello, me interno en el bosque y, sobre un tronco cortado, sitúo la pluma. No me pidáis que os explique cómo, pero me convierto en un lindo pájaro blanco y emprendo el vuelo hasta llegar junto a la casa del indio. Para asegurarse de mis intenciones me hace varias preguntas a las que. respondo: "Los Mic Macs", "Yog Sothoth", "1834", "Una estrella" y "Dagon". Tras ganarme su confianza, me da un bote de pintura que, según él, me ayudará en la casa del demonio, que está, situada bajo tierra. De repente vuelvo a aparecer en el bosque. El único lugar por el que puedo descender bajo tierra es el pozo. Así lo hago: desciendo por una escalera, Pero las agitadas aguas subterráneas no me dejan avanzar; utilizo el bote de pintura y éstas se calman. Mientras avanzo por la caverna, recojo una lata vacía y otra de ácido. En la siguiente sala, encuentro dos pedernales que me guardo y en un charco de Nafta que hay allí lleno la lata vacía. Unos pasos hacía el sur me llevan a una majestuosa sala en la que se encuentra el poderoso Narackamous. Sin perder un solo instante, vacío la lata de Nafta en el suelo, prendiéndola con ayuda de los dos pedernales y formando un círculo de fuego alrededor del indio. Saco mi arco y le atravieso con la flecha. He acabado con él. Aparece ante mí la figura de Boleskine que me comunica que debo coger una barca e ir a una isla para acabar con el demonio Dagon. En la misma sala cojo una turquesa, aguamarina y una mariposa. Al salir vuelvo a llenar el cubo de Nafta y voy hacia el puerto. Allí solicito una barca al pescador Bishop, respondiendo a sus preguntas 2,3,3 y 2. Al llegar a la isla mencionada recojo del suelo una esmeralda y un rubí, me topo con una puerta cerrada en la que hay que resolver un rompecabezas para poder abrirla. Lo consigo, moviendo dos veces hacia abajo la tercera columna, una vez la cuarta línea hacia la izquierda, luego la segunda columna hacia abajo y para terminar desplazo dos veces hacia la izquierda la tercera línea. La puerta se abre y veo una gigantesca estatua. Trepo para colocar el rubí en el ojo izquierdo y después el aguamarina sobre una de las estrellas que hay en el suelo. De este modo se forma la estrella de cinco puntas que impedirá que Dagon me destruya. EL CIRCULO DE PIEDRAS Al salir me espera una nueva aparición de Boleskine. "Tu lucha contra los dioses no ha acabado" -me dice- y me proporciona un anillo. Me envía a una caverna que habían hecho los adoradores de CTHULHU. Subo a la barca y el viento se encarga de llevarme hasta la entrada del santuario; tengo que encender mi lámpara debido a la oscuridad que hay en el interior. Pronto la recargo con nafta para no quedarme sin luz durante el camino. Esquivando los terribles monstruos que hay en la primera sala, paso a la de la izquierda donde hay otros no menos temibles. A duras penas consigo salir andando hacia el norte hasta encontrar en una estancia al joven Webster y a su madre atados a una extraña máquina con la que CTHULHU parece sustraerles la energía de ellos, para poder así materializarse. Vierto el ácido al suelo, recojo un diamante y coloco en el anillo de Boleskine la esmeralda y en el de Natawanga la Turquesa. Me los pongo uno en cada mano y consigo que aquello no se materialice. Logro desatar a mis dos amigos, pero mi trabajo no ha finalizado. Boleskine aparece de nuevo para darme los dos últimos consejos: que me dirija al círculo de piedras y que fotografie el paso del cometa. Intento salir por donde entré, pero la salida está bloqueada por un derrumbamiento. Mi intuición me hace descubrir un pasaje que me lleva justamente al circulo de piedras. Rápidamente me dispongo a montar mi equipo fotográfico: coloco el tripode, la cámara y porqué no, la mariposa y la lupa sobre el objetivo de mi cámara. Al colocar la lámpara junto a la cámara se proyectan desde la mariposa cuatro rayos de luz de diferentes colores que quedan impresionados sobre cuatro piedras del círculo. Tengo que desenvolver las placas a toda prisa y hacer la foto justo cuando el cometa Halley aparecezca. A su paso se desprende parte de él y cae justo a mi lado. Lo cojo y en ese momento, todo cambia. Parece que se han desatado las fuerzas del mal; algo inimaginable aparece en el círculo central. Sólo sé que tengo que destruirlo, así que voy a colocar el pedernal, símbolo del fuego sobre la piedra roja, el aguamarina sobre el azul que representa el agua, sobre el blanco el fragmento del cometa símbolo del aire y sobre el verde el Diamante, que simboliza la Tierra. A continuación pronuncio el último de los conjuros y consigo que aquello se desvanezca en el aire. No puedo olvidar las palabras de agradecimiento de Lord Boleskine, quien apareció dándome la enhorabuena y diciéndome unas últimas palabras: "No está muerto lo que yace eternamente". Espero que no sea así y nada vuelva a surgir de las profundidades. Mi agitado corazón no podría resistirlo una vez más...